En la ciudad de Alkoven, Austria, se levanta el bucólico y encantador castillo de Hartheim. Su color blanco y su césped verde, no dan ninguna pista de lo que allí sucedió. Este castillo fue uno de los centros donde el régimen nazi llevó a cabo su programa eugenésico llamado Aktion T4, para asesinar bajo supervisión médica a enfermos y discapacitados. Se llamaba T4 porque era en la calle Tiergartenstraße 4, donde se ubicaban el departamento de la cancillería que se ocupaba de reclutar y pagar al personal implicado en esta horrenda actividad.
El programa se realizó en seis centros situados en Alemania y en la Austria anexionada: Grafeneck (Baden-Wurtemberg), Brandeburgo, Bernburg (Sajonia-Anhalt), Hartheim (Austria), Sonnenstein (cerca de Pirna, Sajonia) y Hadamar (cerca de Limburgo, Hesse).
Ya en julio de 1933 se aprobó la «Ley para la Prevención de Progenie con Enfermedades Hereditarias» con lo que se legaliza la esterilización forzosa de personas consideradas por los nazis como biológicamente inferiores» y que incluye a los afectados por enfermedades consideradas hereditarias, como la esquizofrenia, la epilepsia y otras. Este proceso también afectaba a los que sufría nde alcoholismo crónico y otras formas de «corrupciones sociales». El Ministerio del Interior, dirigido por Wilhelm Frick, dirigió el proceso a través de sus Cortes sobre Enfermedades Hereditarias (Erbgesundheitsgerichte), que seleccionaban quién debía se esterilizado.
El régimen nazi consideraba que estos enfermos, no solo no aportaban nada a la «raza aria», sino que conllevaban un gasto a la nación, y por cuestiones de «higiene racial». Los enfermos eran desnudados, despojados de sus efectos personales y llevados a cámaras de gas, donde, mediante la inhalación de monóxido de carbono, eran asesinados. Posteriormente, los cadáveres eran incinerados en un crematorio y sus cenizas remitidas a los familiares con un falso certificado de defunción.
El programa Aktion T4 fue funcional a los propósitos e intereses específicos de la economía alemana en ese momento. Por ejemplo, tales recursos sanitarios (camas, personal, etc.) y los eventuales ahorros presupuestarios pudieron reocuparse o redirigirse hacia otras necesidades económicas, determinadas principalmente por la guerra y la ocupación de los países del este de Europa que comenzó poco tiempo después de iniciado el programa de eutanasia, que fue extendidos a presos de los campos de concentración que mostraban un deterioro físico especialmente marcado y no servían ni para los trabajos forzados del campo ni para la experimentación médica. Esta operación fue denominada por los nazis como Aktion 14f13, la antesala de la implementación de los campos de exterminio masivo como el de Auschwitz, donde fueron utilizados los métodos -ahora en escala ampliada- y en determinados casos también el personal médico y sanitario de la Aktion-T4. Precisamente, como se mencionó más arriba, se sostuvo e hizo hincapié reiteradamente (por ejemplo, en la propaganda respectiva) en que estos programas médicos, como el de eutanasia y el de eugenesia, constituían una higienización de la sociedad necesaria para la buena salud de la economía, pues todas estas personas eliminadas eran consideradas y presentadas como un lastre para la sociedad.
Por eso Adolf Hitler firmó el «decreto de eutanasia» en octubre de 19309 pero fechado el 1 de septiembre de 1939, y que autorizaba al Reichsleiter Philipp Bouhler, jefe de su Cancillería (no la Cancillería del Reich), y a Karl Brandt su médico personal, a llevar a cabo las muertes. Brandt sería ejecutado en Nuremberg por su participación en este crimen y Bouhler se sucidaria para evitar el juicio.
Entre las personas asesinadas se encontraban hombres y mujeres de todas las edades, desde niños —que fueron los primeros asesinados— hasta ancianos. Había entre ellos enfermos mentales y portadores de enfermedades o defectos hereditarios, según criterios médicos. Por ejemplo, determinados grados de epilepsia podían suponer el asesinato del enfermo.
Se estima que entre enero de 1940 y diciembre de 1944 fueron asesinados en Hartheim 18.269 enfermos y discapacitados. Aktion T4, que supondría entre 275.000 y 300.000 asesinatos, fue el ensayo para la Solución Final adoptada en la conferencia de Wannsee en 1942. Muchas víctimas procedían de asilos regidos por las autoridades protestante y católicas de los centros, que dieron su visto bueno al traslado. El Papado condenó esta acción el 2 de diciembre de 1940 por ser contraria a las leyes humanas y divinas, pero no fue hasta el verano de 1941 que algunas autoridades católicas alemanas protestaron contra el programa T4.
Los mismos médicos de estos centros de la muerte participaron en el Holocausto, utilizando equipos y sistemas parecidos a los que usaban en sus labores. Sirva como ejemplo el médico Irmfried Eberl, psiquiatra austríaco y director de los centros de eutanasia de Brandenburg y Bernburg. El SS-Obersturmführer Irmfried Eberl llegó a ser comandante del campo de Treblinka. ¿Existe peor aberración que la de un nombramiento de un médico como comandante de un centro para asesinar?
En Hartheim, hubo 436 españoles procedentes del cercano Mauthausen. El asesinato de estos españoles se llevó a cabo dentro de la operación 14f13: los médicos iban a los campos y se llevaban a los centros T4 a los que estaban en peor estado. Así asesinaron a 10.000 personas. Manuel Herruso García fue uno de estos españoles asesinados en el infierno de Hartheim.
Cuando los nazis vieron la guerra casi perdida, encargaron a un español en Hartheim a hacer desaparecer las pruebas. Para ellos, los nazis mandaron a una brigada de albañiles a tapiar las puertas de las cámaras de gas. E entre estos albañiles, estaba Miguel Yuste. Miguel escribió una nota que decía: «Esta puerta la cerró el español Miguel Yuste, prisionero en Mauthausen. 18/12/44». Escondió la nota dentro del muro que levantaron para tapiar la cámara de gas.