En julio de 1775, bajo la identidad del conde de Mazan, Sade viaja por Italia con la compañía de su criado Carteron, también llamado Jeunesse y Martín Quirós, aunque la policía, con el inspector Marais en cabeza, le sigue el rastro mediante una red de espías e informadores. Pero Sade realiza un verdadero tour turístico y se pasea por Florencia, Roma, Nápoles y escribe notas de todo lo que observa para escribir la que será su gran obra. Su Viaje a Italia será la plasmación de todo ello.
El 5 de mayo de 1776 se ve forzado a revelar su verdadera identidad al ser confundido con un defraudador y emprende camino de regreso a Francia. Se instala en La Coste al entrar el verano y, despreciando la realidad de los problemas financieros, emprende la redacción de su Viaje, con el objeto de hacerse un lugar en el mundo de las letras.
En octubre está en Lyon, pidiendo a una proxeneta llamada Nanon Sablonnière que le procurara «tres o cuatro sirvientas jóvenes y bonitas» para llevarlas al castillo de La Coste. Así reclutó a cinco adolescentes a las que se sumaron la misma Nanon y un jovencísimo secretario, André. Con ellos regresa a La Coste, donde aguardaba la Gothon, una suiza voluptuosa que Sade conservaba como doméstica para su gusto desde mucho tiempo atrás.
Sade pasa el mayor tiempo en la biblioteca del castillo, cada vez más rica mediante sus aportes sustanciales. Empiezan a correr rumores sobre prácticas degeneradas y crueles, suposiciones macabras que describen el castillo, y en especial la biblioteca, como escenario de horribles hechos criminales o depósito de las pruebas de tales crímenes. Más allá de la leyenda, podemos suponer que Sade pasó 1774 con sus estudios históricos y filosóficos a la vez que ensayaba sus conocidas prácticas flagelatorias con sus cinco sirvientas, las tres chicas, la voluptuosa Nanon y su propia esposa. Los padres de tres de las muchachas interponen una denuncia contra Sade por el rapto y seducción de sus hijas. En mayo de 1775, el abad de Sade, probablemente de acuerdo con el resto de la familia, se dirige al rey y pide que capturen y encierren a su sobrino.
En julio huye de nuevo a Italia con un sirviente. Pese a estar vigilado por la policía italiana por encargo de la francesa, su viaje es galante y mundano (Turín, Parma, Florencia, Roma y Nápoles), llegándo a entrevistarse con el Papa Pio VI, según afirma el mismo Donatien. De ésta época datan los primeros rumores sobre una investigación de Donatien acerca de la psicosexualidad humana. Espoleado por sus propias pasiones violentas, Sade parece dispuesto a averiguar el lugar de los instintos en las sociedades pasadas. Para ello recopila información mediante el doctor Giuseppe Iberti sobre la lujuria en autores antiguos y en la Roma contemporánea.
De regreso a Francia en octubre contrata a dos chicas en Montpellier:Rosette y Adelaide, y encarga al sacerdote Dura la búsqueda de otras para el servicio de cocina, proveyendole con la Besson y la bella Catherine Trillet, de 22 años, hija de un tejedor, garantizado la honorabilidad del castillo de Sade, al que describe como «un convento». A principios de 1777 el padre de Catherine Trillet denuncia su secuestro. El procurador general, influido por la mala fama de Sade y la alarma social, toma partido por Trillet. Sade huye a París en febrero de 1777, donde se entera de la muerte de su madre, con tres semanas de retraso (Sade intentará hacer creer a su suegra que el viaje era, precisamente, asistir al funeral).
Aparentemente, el motivo de este viaje es negociar con su enemigo implacable, Madame de Montreuil, aunque también afirma que se quería entrevistar con su moribunda madre, que agonizaba en el convento de las Carmelitas. Doantien y su esposa viajaron a la capital, llegando el 8 de febrero, siendo informados de la muerte de Marie Eléonore de Malle de Carman, condesa de Sade y madre de Donatien, que falleció el 13 de enero de 1777.
Todo quedó decidido. No hay negociación. Marais aprovecha la ocasión y detiene a Donatien el 13 de febrero, y éste acaba encerrado en Vicennes. Aunque su suegra no tuvo nada que ver con ello, no puede ocultar su alegría en la correspondencia que mantiene. Tampoco lo hace su tío, el abad, que dice «Ahora estoy más tranquilo, y creo que todo el mundo estará contento».
La vida del marqués de Sade, a sus 37 años, da un giro espectacular, que dará nacimiento al verdadero Sade, el pensador maldito, cuyos escritos mostraron la cara oculta del hombre y que, doscientos años después, siguen provocando polémica.